
En un contexto global cada vez más complejo, el Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a alzar la voz para advertir sobre los peligros que representa la denominada “banca en la sombra”. En su más reciente informe de estabilidad financiera, la entidad presidida por Christine Lagarde alerta de que este sector no regulado del sistema financiero está creciendo con fuerza y podría convertirse en una fuente significativa de riesgo sistémico si no se toman medidas preventivas.
¿Qué es la “banca en la sombra”?
La banca en la sombra (shadow banking, en inglés) hace referencia a un conjunto de instituciones y actividades financieras que realizan funciones similares a las de los bancos tradicionales, pero sin estar sujetas a la misma regulación o supervisión. Entre ellas se encuentran los fondos de inversión, fondos de cobertura (hedge funds), empresas de financiación estructurada y entidades de titulización.
Estas organizaciones canalizan flujos de crédito e inversión, y aunque desempeñan un papel importante en la diversificación del sistema financiero, su opacidad y falta de regulación hacen que sean más vulnerables ante tensiones del mercado. Además, al estar interconectadas con el sistema bancario tradicional, pueden actuar como una vía de contagio en tiempos de crisis.
Un crecimiento acelerado
Según datos del BCE, el volumen de activos bajo gestión en el sector de la banca en la sombra en la eurozona ha alcanzado los 52 billones de euros, lo que representa aproximadamente el 40% del total del sistema financiero europeo. Este crecimiento ha sido especialmente notable desde la crisis financiera de 2008, cuando las estrictas regulaciones impuestas a los bancos tradicionales llevaron a una parte del mercado a trasladarse hacia estructuras más laxas.
El informe señala que muchos de estos vehículos financieros asumen elevados niveles de riesgo crediticio y de liquidez sin los colchones regulatorios adecuados. En particular, preocupa el uso de apalancamiento y la exposición a productos financieros complejos, que pueden desestabilizar a estas entidades en caso de una corrección brusca en los mercados.
Lecciones de 2008… y de 2020
La preocupación del BCE no es gratuita. Durante la crisis financiera global de 2008, muchos productos de la banca en la sombra, como los valores respaldados por hipotecas subprime, colapsaron, contribuyendo a desencadenar una crisis sistémica. Más recientemente, durante el estallido de la pandemia en 2020, se observaron episodios de estrés en ciertos fondos de inversión que enfrentaron importantes reembolsos, obligando a los bancos centrales a intervenir para garantizar la liquidez del sistema.
A pesar de estas advertencias, las regulaciones sobre el sector no bancario siguen siendo insuficientes. Como destaca el BCE, “la falta de transparencia y la escasa supervisión prudencial en algunas partes del sistema financiero no bancario plantean importantes desafíos para la estabilidad”.
Riesgos específicos
El informe del BCE identifica varios riesgos asociados con la banca en la sombra:
- Riesgo de liquidez: Muchos fondos ofrecen a los inversores la posibilidad de reembolsos diarios, a pesar de tener activos subyacentes ilíquidos, como bonos de alto riesgo o productos estructurados.
- Apalancamiento excesivo: Algunas entidades operan con altos niveles de deuda, lo que puede amplificar pérdidas y llevar a ventas forzadas de activos si los mercados se tensan.
- Interconexión con el sistema bancario: A pesar de su naturaleza “en la sombra”, muchas de estas instituciones están vinculadas a bancos tradicionales, ya sea como contrapartes, financiadores o socios en operaciones complejas.
- Falta de datos fiables: Uno de los mayores problemas es la escasa disponibilidad de información precisa y en tiempo real sobre las operaciones y estructuras de estas entidades.
¿Qué propone el BCE?
Frente a este escenario, el BCE aboga por una mayor cooperación internacional y por el fortalecimiento del marco regulatorio para el sector no bancario. En concreto, la entidad reclama:
- Mayor transparencia: Obligar a los fondos y otras entidades a reportar datos clave sobre sus carteras, apalancamiento y riesgos asumidos.
- Herramientas macroprudenciales: Desarrollar mecanismos similares a los aplicados a los bancos para limitar riesgos excesivos.
- Supervisión coordinada: Ampliar el alcance de la supervisión europea, especialmente para entidades que operan en múltiples jurisdicciones.
El BCE también ha instado a la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) y al Consejo Europeo de Riesgo Sistémico (CERS) a trabajar en conjunto para identificar vulnerabilidades emergentes y establecer normas comunes.
España y la banca en la sombra
Aunque la exposición de España al sector de la banca en la sombra es menor en comparación con otras economías europeas como Luxemburgo, Irlanda u Holanda, los expertos advierten que el mercado español no está exento de riesgos. En los últimos años ha crecido el número de fondos de inversión domiciliados fuera del país pero que operan activamente en España.
Además, el auge de plataformas de financiación alternativa, como los préstamos entre particulares (crowdlending) o las fintech no reguladas, plantea nuevos desafíos al supervisor español, que ya ha comenzado a reforzar sus capacidades de vigilancia.
Conclusión
La advertencia del BCE sobre la banca en la sombra debe ser tomada en serio. Si bien estas entidades aportan dinamismo y flexibilidad al sistema financiero, su falta de regulación y supervisión puede convertirse en una amenaza latente para la estabilidad global.
A medida que el sector siga creciendo, será fundamental reforzar los mecanismos de control y coordinación internacional para evitar que se repita una crisis como la de 2008, en la que lo que estaba “en la sombra” acabó por hundir todo el sistema financiero.